LOS BASTIDORES DE PUNTA CANA



“ 'Pe-r-r-r-e-j-i-l' ¡Venga dilo! ¡Dilo! ¡Es fácil! 'Pe -r-r-r-re-jil'”. Entre 600 y 12.000 inmigrantes haitianos en República Dominicana  oyeron estas palabras que entonaba, desde Santo Domingo, Rafael Leónidas Trujillo, célebre dictador de la República Dominicana durante el s.XX, a través de la boca de un soldado. Aún no se sabe cuantas personas murieron ese día, que ha pasado a la historia como la Masacre del Perejil y que recientemente el Washington Post ha citado como el primer episodio de odio racial de los dominicanos a sus vecinos del Oeste, Haití, con los que comparten isla.

François Le Clerk
La Española, aquella isla en la que Cristobal Colón construyó el fuerte de La Navidad antes de regresar a Europa en su primer viaje, es un territorio dividido entre dos países: Haiti y República Dominicana. Por su situación, durante la conquista de América, este fue un territorio clave, pero con el tiempo perdió importancia y se convirtió en un nido de piratas, cerca de Tortuga. El Imperio Español, para evitar que la población apoyase a François Le Clerc y demás hombres con parches y pata de palo, ordenó la desocupación de la parte occidental de la isla, produciendo un vacío que fue ocupado bajo bandera francesa y que ahora es conocido como Haiti.



Aunque bajo dominio francés Haití despuntó como uno de los territorios más ricos del Caribe, tras su independencia se ha convertido en el país más pobre de Centro América y lamentablemente pasó a las portadas de los periódicos años atrás por un horrible terremoto del que aún no se ha recuperado. En cambio, sus vecinos, República Dominicana, tras su independencia de España, pasó a ser uno de los territorios más dinámicos gracias al turismo. ¿Alguien ha oído hablar de Punta Cana?

Dos países, rodeados de mar y con una notable diferencia económica entre ellos, la inmigración es inevitable y esto ha derivado en racismo en una isla donde la mayor parte de la población es de raza negra, descendiente de los esclavos llevados a América y por lo tanto sin unos rasgos tan distintos como los que llevaron en Uganda a la matanza entre Hutus y Tutsis. Hay quien considera el color de los haitianos más oscuro que el de los dominicanos, sin embargo está diferencia no es real y para saber la nacionalidad de cada uno hay que recurrir a los apellidos y a su lengua materna o el acento que utilizan a la hora de hablar español, ya que en Haití la lengua oficial es la misma que en París.

En 1937, Rafael Leónidas Trujillo en un movimiento cruel en busca del apoyo del pueblo, que veía como los haitianos les robaban los puestos de trabajo, decidió enviar el Ejército a la frontera y hacer lo que se podría considerar una limpieza étnica. Las personas francófonas o aquellas que tuvieran un marcado acento al hablar español serían eliminadas o expulsadas del país. A falta de una diferencia física, que indicara quién era haitiano y quién no, se decidió que aquellos que fueran incapaces de pronunciar 'perejil' serían los damnificados.



Casi 80 años después de que un soldado gritara a un haitiano perejil, República Dominicana ha vuelto a ser acusada de realizar una limpieza étnica. El 23 de septiembre de 2013 el Tribunal Constitucional de República Dominicana en una sentencia de 147 páginas negaba los derechos de nacional a una joven de 29 años nacida en este país, el motivo fue que como hija de extranjeros – era de padres haitianos – en situación de tránsito – eran ilegales – la República Dominicana no podía considerarla nacional, pese al acta de nacimiento y a la acreditación de haber pasado toda su vida residiendo en el país hispanohablante. Juliana Dequis (o Deguis), según la sentencia, no fue obligada en ningún momento a pronunciar la palabra 'perejil', ni ninguna otra con 'erre suave', sin embargo se convirtió tras esta escandalosa sentencia, en contra de lo marcado en el resto de países del mundo, en una apátrida.


Sentencia que ha dado lugar al programa de deportaciones masivas

Dequis, en el contexto de una elecciones había ido a inscribirse en el censo electoral con su partida de nacimiento cuando se encontró con que la administración de su propio municipio le negó el derecho debido a que “sus apellidos eran haitianos”, cita la sentencia. En ese mismo momento a, la ahora apátrida, le fue confiscada su cartilla de nacimiento. De lo que en principio parecía un abuso de la autoridad, no exento de xenofobia, se derivó en una sentencia que en base a la Constitución  y al poder del Tribunal Constitucional – órgano jurídico-político – obligó al Gobierno a realizar una ley y una auditoria a todas las partidas de nacimiento desde 1929. Ningún hijo de inmigrantes ilegales en territorio nacional puede ostentar la nacionalidad dominicana.

La Ley  169-14 efectiva un año después de la sentencia adaptó la legislación a la sentencia del Constitucional. De esta forma, el Estado con medidas retroactivas revisó todas las cartillas de nacimiento de personas con apellidos haitianos (franceses), ya que si en estos no figuraba un predecesor dominicano o con residencia legal en el país sus documentos de identidad pasaban a ser falsos y su nacionalidad al limbo legal, algo que aún no se sabe cómo se solucionará. Los hijos de inmigrantes en otro país adquieren la nacionalidad del país en el que nacen y no la de sus padres por lo que muchos de ellos tampoco pueden ser considerados a todas luces haitianos.


El 9 de julio expiró el plazo para legalizar a un sector de esos hijos de haitianos y aunque la misma Ley 169-14 exigía también unos plazos de tiempo para la Administración a la hora de tramitar la documentación de estas personas, esto no ha sido así. Muchos de los afectados por la sentencia ahora mismo se encuentran sin ni siquiera su partida de nacimiento, confiscada a la espera de que se resuelva si sus documentos son válidos para conseguir la nacionalidad dominicana, algo que según avalan sus leyes no va en el nacimiento, sino en el ADN.

Puede llamarse como se quiera, pero el proceso encaja dentro de la definición de limpieza étnica y pese a que algunos periódicos dominicanos señalen que no se deportará a aquellos que demuestren vínculos con el país; el problema es que cuando éstos están en la sangre, el color de la piel o la lengua materna de los padres, es imposible distanciar de estos el racismo.

Según los cálculos de Amnistía Internacional 55.000 haitianos y sus hijos podrán seguir residiendo en República Dominicana ya con la nacionalidad expedida a partir de la Ley 169-14, pero 10.000 serán los nombres que se incluirán dentro del programa de deportación masiva que ha anunciado el Gobierno, presidido por el progresista Danilo Medina, en una medida que sin lugar a dudas busca el apoyo de las clases populares, que al igual que en 1930 se siguen quejando de que les roban el trabajo.

Unknown

Comunicador, periodista, persona, fotógrafo amateur enamorado de las palomitas, la naturaleza y el humor absurdo. Como Loquillo: "Feo, fuerte y formal"

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