¿DÓNDE ESTABAS EL DÍA DE LAS TORRES GEMELAS?

Recuerdos del día que cambió el mundo
Foto de Daniel Lobo


Cuando el segundo avión se estrelló contra la última de las torres gemelas en quedar en pié un 11-S cualquiera, yo, en mi inocencia, entendí lo que era una trajedia. Nací en 1992 y una guerra en Irak, el desastre en la disgregada Yugoslavia o la muerte de Miguel Ángel Blanco no habían sido suficientes para despertar en mí el afán de ver un telediario.

Mi primer recuerdo informativo es un avión chocandose contra una torre, las personas aterrorizadas suicidandose, saltando al vacio y humo, mucho humo. Todo desde la televisión de mi casa, quería que mi madre me llevara al cumpleaños de un amigo, sin embargo, ella me llamó y me enseñó las imágenes. Ni siquiera sabía que en Nueva York hubiera dos rascacielos conocidos como 'las torres gemelas'.

El día que todo el mundo cambió y un hombre con barba, turbante y un kalshnikov amenazó 'the Occidental way of life', yo aún no sabía qué era la religión o al menos el integrismo. Tenía 9 años y había hecho la comunión dos meses antes por los mismos motivos que todos los niños la hacen: los regalos. La muerte era simplemente un espectro, algo que había oído por ahí y que se parecía al monstruo que obligaba a mis padres a dejar una luz encendida todas las noche hasta que yo me durmiera.

"Esto lo ha debido hacer Japón", sabía que Japón era un país grande o, al menos, importante que había sido derrotado por Estados Unidos cuando mi abuelo aún era joven. En mi inocente mundo, buscaba culpables a algo que no era capaz de entender. ¿Terrorismo islámico? Como si alguien pudiera matar por Dios. El humo, en la televisión seguía saliendo a media altura de la torre aún enhiesta, hasta el momento en el que se derrumbó, después no hubo torres, tampoco un edificio cercano, solo humo, polvo asfixiante y gente herida gritando dolor, como si pudiera entenderles.

'Red, black, grey, dust, only dust' el minuto en el que entendí que mi pueblo era un pueblo pequeño en un país pequeño, dentro de un continente que no estaba entre los más grandes, en Nueva York, una especie de 'El Dorado' para mí, murieron casi 3.000 personas. Nada para mí volvió a ser lo mismo, en el cumpleaños de mi amigo, me divertí como lo que era, un niño, pero en el largo camino aprendí palabras con significados atroces, cargadas de dolor. Mientras por la noche, por propia iniciativa, quise ver el telediario, sabía que con el estruendo de la segunda torre la humanidad, otra palabra que había empezado a comprender ese día, había sido ingresada de urgencias en un hospital.

Unknown

Comunicador, periodista, persona, fotógrafo amateur enamorado de las palomitas, la naturaleza y el humor absurdo. Como Loquillo: "Feo, fuerte y formal"