TARDES DE TOUR

Es tiempo para la épica, para la siesta que el calor 'mesetario' incita, para esas tardes de sofá frente a ventilador, o de digestión de 2 horas antes de zambullirte en la piscina. Es tiempo de Tour.

El Tour de Francia, creado con la intención de descubrir a la persona más fuerte del mundo, una prueba en la que su primer director, Desgrange, buscaba que a la meta de París solo llegara un corredor nos ha acompañado todos los veranos a los Españoles, en una tradición creada desde que su primera retransmisión se realizara con el canal único, no había alternativa. Pero al final, gustaba.

El ciclismo es un deporte aburrido, una competición en la que no hay goles, ni un villano/rival. Aquí gana quién puede, o quien más se mete si nos remitimos a la EPOca de Armstrong, un fenómeno que destrozó recientemente el concepto de héroe de muchos niños que cuando aún llevaban ruedines sus bicis de paseo intentaban llegar los primeros a lo más alto de la cuesta más pindia, disculpen el regionalismo, del lugar.



Soñar con coronar el puerto el primero, vivir los sprints de Freire con la emoción del que ve una tanda de penaltis. El Tour es el sustitutivo perfecto, lo suficientemente soporífero para superar el calor de la tarde y con un final apoteósico como el que sigue alabando las miradas ante de los tiroteos de un espagueti western. Drogas o no la épica sigue existiendo.

Unknown

Comunicador, periodista, persona, fotógrafo amateur enamorado de las palomitas, la naturaleza y el humor absurdo. Como Loquillo: "Feo, fuerte y formal"

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